Desarrollo embrionario

En la evolución de los vertebrados, uno de los momentos cruciales en la transición de la vida acuática a la terrestre fue la evolución de un medio de reproducción que proporcionara protección a los gametos y al embrión sin que fuera necesaria la presencia del agua libre. Los vertebrados se convirtieron en auténticamente terrestres con la evolución, en los reptiles, de la fecundación interna y de un huevo que puede depositarse en tierra firme. Para ello veremos, como elemento primordial, el desarrollo del huevo cleidoico.

El secreto del huevo cleidoico es que lleva dentro de su cáscara su propio suministro de agua y todos los sistemas para mantener la vida. Cuando el óvulo fecundado se desplaza por el conducto reproductor, se deposita alrededor de él una resistente cáscara cálcica. Luego, cuando comienza la incubación se inicia el desarrollo embrionario, y, a partir de una masa de células sin estructurar que se dividen rápidamente, crecen al mismo tiempo el feto y un complejo sistema de membranas.

Dentro del huevo, el embrión en desarrollo queda completamente rodeado por una membrana llena de líquido, el amnios. Este líquido, el líquido amniótico, protege al embrión de la desecación y los accidentes. El huevo también lleva un rico suministro alimenticio, la yema. La yema está encerrada dentro de una membrana que está conectada directamente con el sistema digestivo del embrión. Debido a que el huevo es un sistema cerrado (no muy diferente de una nave espacial) se precisa de algún método para deshacerse de los desperdicios. Un tercer saco membranoso, el alantoides, recoge los desperdicios líquidos del embrión, separándolos completamente del resto del sistema. La superficie externa del alantoides, que tiene un abundante riego sanguíneo, también se utiliza para el intercambio de oxígeno y anhídrido carbónico. Estos dos gases se difunden hacia adentro y hacia afuera del huevo. Una cuarta membrana, el corion, se encuentra justamente debajo de la cáscara, rodeando al embrión y a todas las demás membranas. Todas estas membranas están formadas de tejido embrionario (no materno) y se desarrollan a medida que el embrión se desarrolla, como veremos más adelante.

En la gallina, la formación del huevo, como fase de la reproducción, es un proceso continuo, exceptuando la época de la muda; de ahí que la producción del huevo se haya transformado en una industria importantísima como fuente de alimentación humana, además de servir de propagación de la especie.

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